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Especie destacada: los colibríes de Chachagua

En la quietud del bosque lluvioso, aparece un destello: verde, violeta, dorado… titilando en el filo de una hoja. Luego llega el zumbido. Velocidad, precisión, una agilidad que desafía lo posible. Y en un abrir y cerrar de ojos, ya no está, solo queda su rastro en el dosel. Durante ese instante, pareció que el bosque respiraba al mismo ritmo.

Los colibríes encarnan una contradicción fascinante: frágiles y valientes, pequeños pero poderosos. En el Hotel Chachagua Rainforest no son una rareza, sino parte del pulso diario del bosque. Los verás cruzar como destellos entre las heliconias o detenerse en el aire frente a tu bungalow, llevando con ellos el color y la energía que despiertan hasta los rincones más tranquilos del bosque.

Alas que reescriben las reglas

Exclusivos del continente americano, los colibríes están adaptados para desafiar los límites de la naturaleza. Con alas que laten hasta 80 veces por segundo, son capaces de flotar, retroceder y deslizarse entre el bosque con una agilidad sorprendente. Su ritmo cardíaco supera los 1,200 latidos por minuto, y en reposo, entran en un estado de letargo llamado torpor, una estrategia clave para conservar energía en ambientes exigentes.

En el bosque lluvioso de Chachagua, los colibríes encuentran su hogar ideal. Más de 30 especies han sido registradas en la zona, donde la vegetación nativa, la sombra del sotobosque y los espacios seguros para anidar crean un entorno perfecto para su supervivencia.

Conoce más sobre el avistamiento de aves

 

Algunas leyendas locales

Aunque las especies que se pueden observar varían según la temporada y la hora del día, algunas destacan no solo por su color o velocidad, sino por las curiosas historias que parecen llevar en sus alas.

La joya más preciada de ChachaguaALX_1678-NEF_DxO_DeepPRIME(2)

 

El hada de corona púrpura es una de las joyas más discretas del bosque: un pequeño colibrí con un brillo iridiscente en la cabeza que dio origen al logotipo del Hotel Chachagua Rainforest. Se desplaza ágilmente por el sotobosque, destellando entre bromelias y ramas colgantes.

Las primeras horas de la mañana son el mejor momento para verlo. Cuando la luz se filtra entre los árboles y toca el bosque en el ángulo justo, su corona brillante se revela por un instante… y luego desaparece. Es discreto, rápido y casi siempre solitario; fácil de pasar por alto, pero imposible de olvidar.

En medio del color y el dinamismo del bosque, este pequeño colibrí sobresale ante quienes saben mirar con calma. El hada de corona púrpura representa la belleza sutil y la vida que florece a cada paso en Chachagua.

La maravilla de pico curvo

 

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Un pico tan curvo que parece una hoz: así es el colibrí de pico de hoz, una especie cuya forma refleja una adaptación sorprendente. Aunque su aspecto pueda parecer inusual, en el bosque lluvioso cada detalle tiene propósito. Este pico especializado le permite acceder al néctar de flores largas y curvadas, inaccesibles para otros. En Chachagua, verlo es como presenciar la evolución en acción, donde la naturaleza encuentra su propio equilibrio entre precisión y belleza.

 

El destello violeta

 

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El jacobino cuello blanco aporta dramatismo al bosque. Los machos brillan en tonos azul y violeta iridiscente, con un vientre blanco que resalta en pleno vuelo. Son territoriales y audaces, y suelen ahuyentar a sus rivales en el aire con espectaculares demostraciones acrobáticas. Entre los árboles en flor de Chachagua, cruzan como relámpagos, dejando tras de sí una ráfaga de color y energía.

El brillo oculto

 

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El ermitaño barbudo es otro maestro del camuflaje, hasta que la luz del sol lo toca en el ángulo perfecto. Este colibrí forma parte del grupo de los ermitaños, pero su sutil brillo verde dorado y las marcas distintivas en su cola lo delatan.  A diferencia de otros, suele posarse por varios segundos entre vuelo y vuelo, regalando a los más atentos la posibilidad de observar su pico curvo y su silueta delicada. 

Prefiere el sotobosque denso y húmedo, así que si caminas cerca de los arroyos o por rincones escondidos de la reserva, mantente atento.

 

Instantes que dejan huella

Observar a un colibrí en pleno vuelo es admirar la precisión absoluta, pero estar en silencio cuando se acerca, tan cerca que puedes escuchar el zumbido de sus alas o sentir el aire que mueve al pasar, es una experiencia única. Son los pequeños guardianes del momento presente en el bosque. Si parpadeas, desaparecen. Si te quedas en silencio, tal vez te regalen algo inolvidable.

Las caminatas guiadas por los senderos de Chachagua suelen ofrecer múltiples avistamientos, especialmente durante las primeras horas de la mañana, cuando el bosque despierta y las flores comienzan a abrirse. Los huéspedes que se sientan en la terraza de su bungalow con una taza de café a menudo disfrutan de un espectáculo en primera fila: colibríes alimentándose, cortejando o defendiendo su territorio floral con auténtico dramatismo.

 

El lugar al que pertenecen

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Para sobrevivir, los colibríes necesitan plantas nativas, agua pura y entornos sin alteraciones. En Chachagua, la agricultura orgánica, la reforestación y el cuidado del hábitat hacen posible que sigan encontrando su hogar.

Cada visita apoya esta misión. Cada vez que ves un colibrí, no solo estás observando belleza: estás siendo parte de su preservación.

Prepara tu encuentro con la naturaleza

En el Hotel Chachagua Rainforest, no hace falta binoculares ni tecnología para ver colibríes. Basta con mirar por la ventana, o seguir el zumbido que ronda una flor de banano o un hibisco. Puedes unirte a una caminata guiada o perderte entre los senderos por tu cuenta. Están por todas partes, y aun así, cada avistamiento se siente como un pequeño secreto compartido con el bosque.

Porque en un mundo lleno de ruido, los colibríes invitan al silencio. En un lugar rebosante de color, traen movimiento. Y en un bosque en constante cambio, te invitan a quedarte quieto, el tiempo justo para verlos brillar.

 

 

 

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